Hay que pensar, hay que pensar, hay que pensar, hay que pensar…
Hay que pensar muuuuucho…
Cuando hoy mi amiga Paz del Club de Marketing me ha hecho dicha pregunta, la respuesta ha salido de mi boca demostrando la visceralidad que intento controlar pero que hoy con un “Perdida” ha reaparecido… Ok, es lunes, hace mucho frío, es el día más deprimente del año, tras casi quince días con presión pectoral sigo sin mejorar…; lo único que quiero es escuchar SUEDE -My Dark Star (acoustic)- y darme al bricolaje…
Ahora que tanto se habla de las pensiones, de la jubilación a los 67, ect., va y el más antiguo de la empresa cuelga los guantes después de más de 45 años… Nuestro Mick Jagger de Taller se llama Raúl... El hombre discreto de andares pausados, al que en muy contadas ocasiones hemos visto levantar la voz…, aquel que acaricia el ratón y las teclas del ordenador como si fueran algodón…
Caminito a casa, a una hora muy razonable y con Totó haciendo las veces de copiloto nos encontramos con un Control de la Guardia Civil… (los colegas se ubican de manera estratégica sin dejar salida a inocentes conductores como yo…, así que pasas o pasas).
Sabes que los minutos corren…, lo que no sabes es si van en contra o a favor tuyo; simplemente se van descontando y ves que el segundo tiempo puede acabar en prórroga…
Porque estar enfermo es una piiiiiii, porque no ser capaz de expulsar nada (ya me entendéis) es una piiiiiiii mayor, porque toser, toser y requetoser viene ligado al brote de lágrimas y a que se te quede cara de yonkie al corrérsete el rimel y al dejar dos surcos en el maquillaje…
Creo que sobran las palabras ante “la manita” inmerecida que nos llevamos a casa y no hay mejor comentario que estas dos fotos…
El pasado viernes Inés, Claudia y yo hicimos nuestra visita tardía al estudio (no hay perdón, lo sé…) y como es lógico nos sacamos alguna que otra fotito para recordar tan ilustre momento... (he de deciros que en el making off hubo un pequeño percance…, verdad Inés??? -Jirafa, si me hubieses hecho caso en lo de no ponerte tacones… jajajaja-).
El post de hoy está dedicado a Bego (Cocina para urbanitas) en respuesta a su post ”Doce meses, seis causas…” , increíble que a esta Gran Cocinera se le pueda resistir algo taaaaan sencillo como una tortilla francesa...
Así que me lanzo al fabuloso mundo del delantal con una recetita apta para todos los públicos…
Ingredientes y utensilios:
- Uno o dos huevos (siempre frescos que si no lo están al cascarlos puede salir el pollito ya criado) - Una pizquita de sal (ingrediente del que se puede prescindir…-yo habitualmente por olvido o vagancia desisto de él...-).
- Plato hondo (creo que son el patito feo de los platos, por eso y porque me dan mucha pena los utilizo habitualmente para cualquier cosa).
- Una sartén (a poder ser en buen estado para que no se pegue la mezcla)
- Unas gotitas de aceite (creo que no es necesaria la puntualización “de oliva” pero prefiero curarme en salud y hacerla…).
- Una base de calor (Inducción, vitro cerámica, gas…, depende de la cocina de cada uno).
- Una varilla (imprescindible para batir bien)
- Un tenedor (lo mejor para conseguir una tortilla y no un revuelto…)
Extras:
- Un poco de cebollino picado o en su defecto perejil (da mucho color y frescor a la receta).
- Dos triangulitos de pan tostado (mejor hacerlo en la tostadora que en la sartén, en la cocina también hay que buscar la rapidez, la facilidad, la comodidad y por supuesto la salud).
- Un toque de tomate frito (mi abuela, como es lógico, me lo ponía tomate frito y natural -qué rico!!- , pero yo como os podéis imaginar me inclino por el clásico Orlando).
Esa es mi receta de hoy y aquí está el resultado…, una esponjosa tortilla francesa…
P.D.: Quesito, te voy a dar un truco de mi bisabuela (yo no he utilizado nunca, pero ella iba a clases de cocina en Francia, así que igual es un buen consejo…). Ponle al huevo batido un poquito de leche, para conseguir que la tortilla francesa salga más suave y esponjosa…
Cajas, cinta de embalaje, periódicos, burbuja, montar, desmontar, subir, bajar, más cosas de las esperadas por guardar y millones de recuerdos (menos mal que los recuerdos se doblan fácilmente en el corazón para poderlos llevar a cualquier sitio, porque si no fuera así esta mudanza sería una misión imposible).