“En cualquier momento pueden ocurrir coincidencias
significativas. Podemos estar enfrascados en nuestros asuntos diarios cuando,
sin previo aviso, se produce un hecho fortuito que atrae nuestra atención.
Puede que nos dé por pensar en un viejo amigo que hacía años que no acudía a
nuestra mente; y luego, después de haberlo olvidado por completo, resulta que
al día siguiente nos topamos con él…
Las coincidencias pueden tener que ver con la oportuna
llegada de cierta información especial que no sabíamos cómo conseguir, o con la
súbita comprensión de que la experiencia que vivimos en el pasado, con cierta
afición o interés, era en realidad una preparación para proporcionarnos una
nueva oportunidad o un trabajo. Al margen de los detalles con que pueda
presentarse una coincidencia particular, el hecho es que resulta demasiado
improbable que haya sido consecuencia del azar o de la mera casualidad… En
cierto modo sentimos que tales acontecimientos estaban de algún modo
predestinados, que se esperaba que sucedieran exactamente en el momento en que
lo han hecho con el fin de reorientar nuestras vidas hacia una nueva y más
inspiradora dirección.” (James Redfield)
De todo se aprende y de mucho de reaprende, porque al no
haber aprendido a la primera caes nuevamente… Coincidencias o no… Casualidades,
destinos o azar… Lanzamiento de dados al aire…
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