Volver a la normalidad, a
los horarios, al día a día, a la rutina, a coger el ritmo, a las ataduras, a
trepar por las paredes... En definitiva, volver cuesta y cuesta mucho...
Por eso hoy cuando ha sonado
el despertador me ha salido un suave, pero desgarrador: "Nooo, no quiero…!!!!".
Como cuando mis padres me obligaron a comer garbanzos con siete años…(aunque ese día hubo posibilidad de negociación y nada mas tuve que comer 7 garbanzos del
infierno -uno por cada año-).
Y ahora cuando quedan unas horitas para acabar
el día (uno de los días más tontos que recuerdo en mi vida), después de encontar un tornillo de estrella en el bolso (de dónde narices será!!!), de tener que volver dos veces a casa por mi mala cabeza, de derramar casi un litro de gel en la ducha, de bloquear varios accesos por no recordar las contraseñas, etc.; reflexiono subiendo las cejas (cosa muy mala porque salen arrugas),
para llegar a la siguiente conclusión:
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