BAILAR EL AGUA

Lo siento, no sé, soy incapaz, lo he intentado, sé que si lo hiciera las cosas me iban a ir mejor…, pero me es literalmente imposible “bailar el agua”.

No es cuestión de rebeldía, porque una aguanta hasta que ya se cansa, no es ninguna rabieta de niña pequeña, porque no lo soy, ni nada parecido a los berrinches que pueda padecer una cría consentida cuando no le quieren comprar chuches, porque eso se me acabó hace mucho tiempo…; es cuestión de carácter, de tener callo y de poder más…

Simplemente una se cansa de dar, callar, hacer y luego ver las medallas en las solapas de otros como si fueran suyas. Lo que para mí siempre ha sido un: “Encima de puta, poner la cama… y ya no os digo nada de tener que pagar también los condones…” (perdonad mi vocabulario papás, sé que vosotros no me habéis enseñado estas cosas…).

Así que punto y final, me planto…, como le he dicho hace un rato a mi Tata: “paso de corralitos y de bailar el agua a nadie…; luego, que pregunten por mí…”.