De ahí que en los últimos meses removiera Roma con Santiago para encontrar en casa, en el coche, el la oficina y demás, la pala de pádel sin ningún éxito… Ayer de la manera más tonta, soy muy propensa a ello, descubrí que la tenía en casa de mi Tata desde hace un año.
Prf, prf, prf...
Quiero creer que lo mío no es desorden, lo mío es una organización dispersa... y sé, por hechos como este, que encontrar unos papeles de magdalenas en mi cocina jamás harían sospechar de una infidelidad (esta historia la dejo para finales de semana, es muy buena...).
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