Los fines de semana, dependiendo del modo en el que te los tomes, pueden dar para mucho, para poco…; todo depende del modo en el que se mire… Y es que el modo en el que se miran las cosas es muuuuuuy importante… Las interpretaciones son libres, las reflexiones abiertas y las situaciones pueden reflejar o no la realidad...
Bueno, el caso es que este fin de semana me ha entrado una especie de complejo Peter Pan y gracias a Disney Channel pude ver nuevamente la película “Pinocho”. Lo sé, es una película de niños y tengo 28 palos…; pero como todas las pelis de Disney esconden un mensaje subliminal digamos que al verla hice una especie de experimento sociológico…
Y allí estaba yo ayer, enroscadita en la manta y más feliz que una niña con zapatos nuevos, escuchando atentamente a “la conciencia”, reflejada en el personaje de Pepito Grillo; el cual a su vez hace de narrador de la historia.
Tras pasar pegada al televisor más de una hora y media, llegué a la siguiente conclusión: Todos somos un poco Pinocho (estoy segura que la nariz de alguno no ha podido soportar más tantas mentiras y por eso ha tomado las dimensiones que ha tomado…),todos necesitamos tener al menos un Pepito Grillo a nuestro lado para hacernos distinguir lo bueno de lo malo…; pero aun así, todos tenemos un punto rebelde y maleable, el cual permite que nos dejemos llevar en ocasiones por “El Honrado Juan (un zorro engañador, que va junto al gato Gedeón”, que nos embauca con cancioncillas tontas que no nos dejan pensar los pros y los contras de la cosas (motivo fundamental, por el que nos salen orejas de burro).
En ese momento, cuando escuchas, cuando te das de bruces con la realidad; es cuando llega el arrepentimiento. Despiertas en un mar de lágrimas y mientras estás enjaulado te conviertes en Pinocho y reproduces sus palabras…: “Si te hubiera hecho caso Pepito…”.
Tras pasar pegada al televisor más de una hora y media, llegué a la siguiente conclusión: Todos somos un poco Pinocho (estoy segura que la nariz de alguno no ha podido soportar más tantas mentiras y por eso ha tomado las dimensiones que ha tomado…),todos necesitamos tener al menos un Pepito Grillo a nuestro lado para hacernos distinguir lo bueno de lo malo…; pero aun así, todos tenemos un punto rebelde y maleable, el cual permite que nos dejemos llevar en ocasiones por “El Honrado Juan (un zorro engañador, que va junto al gato Gedeón”, que nos embauca con cancioncillas tontas que no nos dejan pensar los pros y los contras de la cosas (motivo fundamental, por el que nos salen orejas de burro).
En ese momento, cuando escuchas, cuando te das de bruces con la realidad; es cuando llega el arrepentimiento. Despiertas en un mar de lágrimas y mientras estás enjaulado te conviertes en Pinocho y reproduces sus palabras…: “Si te hubiera hecho caso Pepito…”.
Luego, el llanto ayuda a subir la cabeza, a sentir como la fortaleza se apodera de tí, a vestir una coraza… y gritar: “No señor, nadie me cambiará, me voy a portar bien…”. Es entonces cuando Pepito orgulloso de oír tus palabras y convencido de que las dices en serio, te anima con su: “Así se habla…”.
La verdad es que me divertí al ver nuevamente Pinocho y lo mejor de todo, disfruté de esa niña pequeña que aún conservo en mi interior…
P.D.: Ahhh!!!, una última cosa… Como decía el Hada Azul a Pinocho…: “Las mentiras crecen y crecen hasta verse como la nariz en tu cara…” .
3 comentarios:
Y lo que no le decía el Hada a Pinocho: que antes se pilla a un mentiroso que a un cojo! Y si no se le pilla... uhmm, es que le están haciendo la vista gorda!Y los mentirosos tan felices, creyéndose que cuelan todo a pesar de la evidencia de sus mentiras materializadas en laraaargas narices como la del buen Pinocho... ;) Ya repartiremos orejas de burro, jeje.
Muac
como estamos... ya llego, tranqui...
Mary Jane, no hace falta repartir orejas de burro amiga, se consiguen solas...; creo que las dan por puntos... (jajajaja).
Inés, te esperoooooooo...
MUAK, MUAK
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