No tengo la altura ni el cuerpo de Nicole Kidman, pero hoy en una visita he sentido lo mismo que su personaje en “Los Otros”…
Un colegio desierto de pasillos interminables (Reflexión interior: “Los niños que estudian y viven aquí son mudos o están todos muertos…”), con paredes alicatadas hasta media altura (N.I.: “Si alicatas, alicatas…, no dejes la pared vista porque las pintadas van a ir allí siempre…”), ese olor característico de “colegio antiguo” (N.I.: “Existe algún ambientador con esa fragancia???”), todas las puertas cerradas con llave y con cristales amarillos biselados (N.I.: “Como me vean intentando abrir las puertas va a aparecer un maestro para pegarme con la regla en los dedos”), el ruido de mis tacones sobre el mármol el único síntoma de vida (N.I.: “Si salgo viva de aquí mañana los tengo que llevar al zapatero a poner tapas”)…
Tras más cinco minutos vagando a modo de espíritu por el colegio veo una puerta entreabierta y decido pasar al otro lado... (N.I.: “Mierda!!!!, no llevo móvil y mi única arma es un boli…”).
Finalmente paso y me encuentro de bruces a un chaval regordete y rojo a más no poder por bajar las escaleras a toda leche, que con cara de susto me indica el camino hacia Dirección…
Toda una “Experiencia Los Otros”...
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