Cuando empezamos a trabajar siempre creamos una imagen de las personas que nos rodean. Esa imagen día tras día va evolucionando y después de unos cuantos años, todo se transforma en recuerdos. Recuerdos que guardamos a modo de archivo en el disco duro de nuestras cabezas, los cuales se abren en determinados momentos…
Ahora que tanto se habla de las pensiones, de la jubilación a los 67, ect., va y el más antiguo de la empresa cuelga los guantes después de más de 45 años… Nuestro Mick Jagger de Taller se llama Raúl... El hombre discreto de andares pausados, al que en muy contadas ocasiones hemos visto levantar la voz…, aquel que acaricia el ratón y las teclas del ordenador como si fueran algodón…
Raúl y yo hemos pasado grandes momentos en Taller trabajando y hablando (bueno, más bien él haciendo mis anuncios y yo hablando), me ha llamado a horas más que intempestivas (siempre al móvil personal) para que por favor volviera al periódico porque uno u otro suplemento tenía X problema o porque algo no cuadraba… (daba igual que fuera yo la responsable o no, siempre me llamaba a mí).
Desde el pasado miércoles sé que no me lo voy a encontrar por redacción y por eso he guardado todos los: “Qué pasa Raúl!!” para cuando nos encontremos en el Biribay (aunque allí no va a tener el leve masajito en los hombros, ni va a recibir los 22 de octubre una cajita de bombones por aguantarme).
Gracias Raúl por tratarme siempre como a una hija…, nunca se me olvidará el momento “Orgía tractoril” con Cosita…
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