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MI PEQUEÑO UNIVERSO PARALELO...

lunes, 24 de enero de 2011

PERDIDA

Querido jefe,

Hace un buen rato que intento acabar el informe que me has pedido, pero no puedo concentrarme. Ya sabes que suelo responder con eficacia a tus indicaciones, pero algo en mi interior se niega hoy a seguir redactando fríos y descorazonados memorándums. Por contra, cuando me he puesto escribirte esta carta, mi pulso se ha acelerado y mis dedos han empezado a danzar livianamente sobre el teclado del ordenador.

Seguro que te preguntarás por qué te escribo una carta en lugar de enviarte un mail o sencillamente llamarte al móvil. No estoy seguro, pero creo que tiene que ver con la distancia y la ausencia de prisas. Dicho de otra manera, la carta me da la posibilidad de escribir pensando, de volver atrás y rectificar, de explicarme sin la incómoda sensación de que tengo que ser breve para no hacer perder el tiempo a mi interlocutor. Sin la premura de otros medios, en definitiva. Y lo que te quiero explicar, como verás, no admite prisas.

El caso es que hay una cosa que me tiene preocupado, a ratos estupefactos y a ratos cabreado, y que no m deja conciliar el sueño desde hace semanas. Es algo sencillo y fácil de entender, pero a la vez terriblemente profundo. Quizá te parezca banal a simple vista, pero tengo razones para pensar que es esencial para nuestro futuro como personas y como sociedad.

Te lo diré sin rodeos: la gente no es feliz. Por supuesto, es una generalización, pero más extendida de lo que muchos creen.

Desde hace algún tiempo, cuando pregunto a mis amigos y compañeros algo tan simple como “¿qué tal?”, obtengo respuestas como éstas:
“Pse, tirando” (del carro, evidentemente, con lo que la identificación con un animal de tracción es obvia).
“Ya ves” (que en realidad quiere decir: “Decídelo tú, porque yo ni me veo”).
“Vamos haciendo” (en un gerundio sin fin). Fíjate, “vamos” y no “voy”, porque en esta situación es mejor sentirse acompañado.
“Luchando” (como si la vida fuera una guerra).
“Pasando” (¿por el tubo?).
“No me puedo quejar” o su versión extendida “No nos podemos quejar”, donde el que responde asume, en un alarde de masoquismo, que podría estar peor.
……………….
(“LA BRÚJULA INTERIOR” de Alex Rovira.)


Cuando hoy mi amiga Paz del Club de Marketing me ha hecho dicha pregunta, la respuesta ha salido de mi boca demostrando la visceralidad que intento controlar pero que hoy con un “Perdida” ha reaparecido… Ok, es lunes, hace mucho frío, es el día más deprimente del año, tras casi quince días con presión pectoral sigo sin mejorar…; lo único que quiero es escuchar SUEDE -My Dark Star (acoustic)- y darme al bricolaje…

3 comentarios:

V dijo...

Eres RARA con los libros, la música y el bricolaje. Beso

Anónimo dijo...

Niña mejor pintar que beber

CRIS dijo...

V, ....................

Niño, lo sé...

MUAK, MUAK